¿Te descubres reaccionando de formas que no entiendes con tus hijos? ¿Te prometiste que no repetirías ciertos patrones... y, sin embargo, a veces lo haces? ¿Sientes culpa, frustración o cansancio al no saber cómo dar lo mejor de ti sin perderte?
Tal vez es tu niña herida la que está pidiendo ser escuchada
Amas profundamente a tus hijos.
Quieres darles lo mejor, criarlos con amor, con paciencia, con conciencia.
Pero hay días en los que estallas sin darte cuenta. Gritas, te cierras, los evitas...
Y después viene esa culpa que pesa tanto.
¿Te pasa? Entonces este mensaje es para ti.
La relación con los hijos no solo se construye en el presente. También se alimenta de las heridas no sanadas de nuestro pasado. A veces, lo que duele no es lo que ellos hacen... sino lo que despiertan dentro de ti.
Sanar tu historia es un regalo que se multiplica. Porque cuando tú sanas, ellos respiran más libres.
Mucho. Cada herida emocional no resuelta —abandono, rechazo, exigencia, invalidez, invisibilidad— se proyecta, consciente o inconscientemente, en la forma en que cuidamos, protegemos o exigimos a nuestros hijos.
Tus hijos no necesitan una madre o padre perfectos. Te necesitan presente, coherente y en proceso de conciencia.
Todo esto no significa que estés fallando.
Significa que tu alma está pidiendo sanar.
Muchas veces no hablamos desde el adulto que somos... sino desde el niño o niña herida que fuimos.
Luciana tiene 36 años y un hijo de 5.
Siempre juró que sería distinta a su mamá. Que no iba a criar con gritos ni amenazas.
Pero cada vez que su hijo se enojaba, tiraba cosas o desobedecía, ella se salía de sí misma. Gritaba, lo culpaba... y después se encerraba a llorar.
En una constelación familiar, Luciana pudo ver que su mamá había sido criada con violencia, y que ella había repetido eso sin saber cómo hacerlo distinto.
También descubrió que, en el fondo, su niña herida se sentía sola y no vista.
Esa herida estaba presente cada vez que su hijo desobedecía.
No era él. Era su historia.
Al mirar esto con amor, Luciana no solo entendió su reacción... también se abrió a sanar.
Hoy sigue siendo una madre imperfecta, pero más consciente, más compasiva y más libre.
Estás a tiempo. Siempre. La crianza no se trata de perfección, sino de reparación. A veces, un "perdón, no supe hacerlo mejor" sana más que mil teorías.
Tus hijos no necesitan que nunca falles... necesitan saber que siempre estás dispuesta a crecer.
Las Constelaciones Familiares son un espacio profundo y amoroso donde podrás mirar con otros ojos tu historia, tu vínculo con mamá y papá, y ver qué heridas inconscientes se están repitiendo en tu forma de criar.
No se trata de culpar.
Se trata de entender, abrazar y liberar.
Porque cuando tú sanas… tus hijos también descansan.
Sanar no es olvidar tu pasado. Es abrazarlo, integrarlo, transformarlo. Es mirarte con ternura para poder mirar a tus hijos con más amor y menos proyección.
Ellos vinieron a mostrarte caminos que tal vez nadie antes te había revelado. No son tus jueces. Son tus espejos. Y también son tus maestros.
Hoy puedes elegir amarte… para amar mejor. Elegir sanar… para sostener con más libertad. Elegir verte… para verlos de verdad.
PREGUNTAS FRECUENTES
Entonces este es el momento.
Regístrate al próximo taller de Constelaciones Familiares y comienza a transformar tu historia desde el amor.
No hace falta ser perfecta.
Solo hace falta estar dispuesta a mirar con el corazón abierto.
Sanas tu.
Sanan ellos.
Y eso... cambia todo.
50% Complete
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliqua.