¿Te descubres reaccionando de formas que no entiendes con tus hijos? ¿Te prometiste que no repetirías ciertos patrones... y, sin embargo, a veces lo haces? ¿Sientes culpa, frustración o cansancio al no saber cómo dar lo mejor de ti sin perderte?
Tal vez es tu niña herida la que está pidiendo ser escuchada
Amas profundamente a tus hijos.
Quieres darles lo mejor, criarlos con amor, con paciencia, con conciencia.
Pero hay días en los que estallas sin darte cuenta. Gritas, te cierras, los evitas...
Y después viene esa culpa que pesa tanto.
¿Te pasa? Entonces este mensaje es para ti.
La relación con los hijos no solo se construye en el presente. También se alimenta de las heridas no sanadas de nuestro pasado. A veces, lo que duele no es lo que ellos hacen... sino lo que despiertan dentro de ti.
Sanar tu historia es un regalo que se multiplica. Porque cuando tú sanas, ellos respiran más libres.
Nuestra relación con mamá es uno de los lazos más profundos y significativos en nuestra vida. Desde el nacimiento, ella representa seguridad, amor y pertenencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, pueden surgir heridas emocionales que afectan nuestra autoestima, relaciones y bienestar. Sanar esta conexión es fundamental para liberarnos del pasado y construir un presente más pleno y auténtico.
Aquí te comparto algunos pasos clave para iniciar este proceso de sanación y transformar tu relación con mamá, sin importar cuál haya sido tu historia.
El primer paso para sanar es identificar las heridas emocionales que puedan existir en tu relación con mamá. Tal vez fueron palabras que te marcaron, ausencias que dolieron o expectativas no cumplidas.
¿Cómo hacerlo?
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